Los efectos de
las ondas electromagnéticas en el organismo sigue sin estar claros para la ciencia
La biología del teléfono móvil
Dr.
18 de marzo de 2001
"Señor Watson, venga
aquí, necesito que me ayude". No está leyendo un párrafo extraído de una novela
de Agatha Christie, es el comienzo de la historia de la telefonía. De esta forma se
dirigió Alexander Graham Bell a su ayudante cuando logró transmitir su voz mediante un
sistema de electroimanes y cables; era 1876 y nacía el teléfono. Cien años después
(1979), en Suecia, Ericsson conseguiría el primer teléfono móvil para automóviles.
Quién le iba a decir a este escocés,
doctor en medicina e inventor, que enseñaba fisiología vocal en la Universidad de Boston
(EE.UU), que un "hijo" de su invento (presentado en la Oficina de Patentes dos
horas antes que el diseñado por Gray y Edison), el teléfono móvil, pudiera ocasionar en
el inicio del siglo XXI problemas de salud.
El extensivo uso del teléfono móvil en
nuestra sociedad (22 millones de unidades) ha hecho proliferar sus estaciones base y
antenas (más de 7.000) en nuestras ciudades. Estos artefactos, de naturaleza
antiestética, son necesarios para la buena comunicación (cobertura) entre usuarios,
mediante ondas electromagnéticas (microondas; radiaciones no ionizantes). La telefonía
móvil, situada en el espectro electromagnético entre el horno microondas y las
estaciones de TV y radio FM, emite principalmente en dos bandas de frecuencia, una de 900
MHz (GSM, global system mobil) y otra a 1800 MHz (DCS, digital cellular system).
Nuestro Gobierno intentará aprobar en los
próximos meses una ley que regule los límites de exposición a las emisiones
radioeléctricas y que permitirá a los sistemas GSM y DCS llegar a una densidad de
potencia entre 450 y 900 µW/cm2 (microvatios por centímetro cuadrado). Van a
"achicharrar" nuestro sistema nervioso. La tercera generación de telefonía
móvil, llamada UMTS, de urgente instalación sobre nuestras azoteas (agosto de 2001),
tendrá una frecuencia más alta, cercana a la del horno microondas (2.200 MHz).
EFECTO
TÉRMICO Y NO TÉRMICO
Las ondas electromagnéticas interaccionan con la materia transfiriendo parte de su energía, y por ello ejercen una serie de efectos, el térmico es el único reconocido por los artífices de la nueva ley (11/1998); es obvio que "calentaremos" aún más nuestras neuronas al acercarnos el móvil a la cabeza. Y es precisamente sobre este efecto térmico donde reside la polémica científica que ha generado tanto estrés social.
El Estado y destacados ingenieros de
varias universidades politécnicas (muchos de ellos receptores de ayudas económicas de
las operadoras) obvian e ignoran los efectos no térmicos de estas microondas, quizá
porque no los entiendan, a pesar de que inciden sobre su propia biología. El cerebro de
los primates no es un vaso de agua azucarada, como algunos de ellos creen, es
afortunadamente algo más complejo y por lo tanto vulnerable.
La literatura científica también esta
"caliente", y conceptos que teníamos anclados en los noventa están siendo
modificados en los últimos años. Un estudio realizado por el National Radiological
Protection Board (Inglaterra, 2000) indica que este efecto térmico sobre los tejidos
humanos es menor para nuestro cerebro; a frecuencias de 900 MHz (GSM), aumenta 0,22 ºC su
temperatura (0,71 ºC en músculo, piel y hueso, y 0,74 ºC en el ojo). Sin embargo, si
utilizamos un teléfono a 1800 MHz, el mayor incremento de temperatura (82 %), con
respecto al GSM, se da en el cerebro que alcanzan valores de 0,40 ºC, mientras que el ojo
llega a aumentar su temperatura 0,85 ºC (¡peligro!, órgano poco vascularizado).
¿Tenemos que considerarnos afortunados?.
El cerebro es un tejido muy conductivo (con gran cantidad de agua), de poca densidad
(respecto a otras estructuras), y con una tasa metabólica alta, situaciones que
convierten a nuestro córtex cerebral, con un flujo sanguíneo alto, en un eficiente
sistema de refrigeración. Menos mal. Pero con el desarrollo de la telefonía UMTS de
tercera "degeneración" (de más MHz), la temperatura de nuestro apreciado
"órgano de mando" estará en jaque; meninges, nervio óptico e hipotálamo
serán las posibles dianas de esta radiación microondas.
CONSECUENCIAS
BIOLÓGICAS
En estudios realizados "in
vitro", en cuidados sistemas de investigación con variables muy controladas, ya se
han descrito numerosos efectos no térmicos debidos a la radiación microondas. Si excluyo
de la explicación de esta "falla" (término apropiado para estas fechas) a
levaduras y bacterias, con alteraciones en su genoma o en la división celular, en los
mamíferos se han descrito tras radiación microondas: un aumento de permeabilidad en la
membrana del glóbulo rojo, una reducción de la actividad de linfocitaria con presencia
de micronúcleos en humanos, aberraciones cromosómicas y a nivel cerebral alteraciones
neuroquímicas y en el flujo de calcio; incluso en experimentos donde se induce mediante
drogas un cáncer, esta radiación ejerce un efecto sinérgico (aumenta su acción).
"In vivo", los efectos no
térmicos de la exposición a microondas, a frecuencias GSM, incluye: alteraciones en el
sistema inmune, depresión, disminución de la secreción de melatonina (regula el ciclo
vigilia-sueño), aumento de la mortalidad en embriones de pollo, aumento de la
permeabilidad de la barrera hematoencefálica, alteraciones neuroquímicas, aumento de
linfomas en ratones transgénicos e incluso roturas en el ADN. Si la rotura del ADN era
exclusiva de la radiación ionizante (rayos X y UV), ahora tenemos una evidencia
científica de que, al menos en cerebro de rata, la radiación GSM daña la
"molécula de la vida".
Como ven, considerar sólo el efecto térmico puede ser peligroso, pues aunque de las altas instancias se diga que el calentamiento que provocan las microondas en el tejido cerebral no es necesariamente dañino, pues a pesar de que el cerebro es extremadamente sensible, el efecto desaparece rápido, yo lo dudo. Supondrán ustedes, obviamente, que las medidas de temperatura intracerebral se han realizado con modelos matemáticos y teóricos más o menos bien definidos, y no "in vivo", lo que equipara estos resultados a los que efectuamos in vitro los investigadores; entonces, ¿por qué valen unos y otros no?.
ESPERANDO UNA
SOLUCIÓN
Los móviles no reciben llamadas, sino que
las buscan, contantemente están barriendo el espacio a la captura de señales que a su
vez se han enviado a su repetidor; aunque no hablemos por ellos, las radiaciones no cesan.
La OMS, manejando informaciones sesgadas y anticuadas, considera poco probable que las
radiofrecuencias sean perjudiciales para la salud; sin embargo, su estudio no concluirá
hasta el año 2005 o 2010. ¿Esperamos?.
Mientras tanto, numerosos vecinos se
quejan de que su salud se ha deteriorado desde que instalaron una estación base para
telefonía móvil (o antenas) cercana a su vivienda. Algunos de ellos acumulan, en esas
carpetas azules con gomas blancas, informe tras informe, analítica tras analítica, y
nadie sabe lo que les ocurre. Otros acaban, cada vez con mayor frecuencia, en las
consultas de psiquiatría. La biomedicina demostró hace algunos años la existencia de
una nueva dolencia, la enfermedad de las radiofrecuencias o síndrome de las microondas.
Esta nueva enfermedad esta caracteriza
por: fatiga, irritabilidad, nerviosismo, cefaleas, náusea, anorexia, palpitaciones,
alteraciones de la presión arterial y frecuencia cardiaca, somnolencia, insomnio y
trastornos del sueño, disminución sensorial y modificaciones en el electroencefalograma.
Más recientemente se incluye en este listado de síntomas: la pérdida de reflejos, el
retardo en la toma de decisiones, la perdida temporal de memoria, mareos y vértigos, y la
presencia de ruidos y zumbidos en los oídos. Podríamos pensar que existen individuos
electrosensibles, y algunos ya apuntan como hipótesis, una base genética para esta
enfermedad.
TRES DIANAS Y
DOS PRINCIPIOS
Tres parecen ser las dianas, que los
investigadores apuntan como mecanismos de acción de las radiofrecuencias. La primera es
la glándula pineal, que reduce la secreción de melatonina y como consecuencia los
radicales libres (dañinos para las células) son cada vez más libres. La segunda diana
son los receptores cerebrales (colinérgicos y opioides), y cuya alteración sería
responsable de síntomas como depresión o falta de memoria. Y el tercer blanco son los
iones celulares (potasio, litio, sodio o calcio) cuya desorganización pondrían en
peligro la comunicación celular, base de la vida.
Llegados hasta aquí, creo que ya no hay nadie que pueda decir que la radiación microondas de los teléfonos móviles es totalmente inocua, acéptenme al menos que "cosquillea" el sistema nervioso.
Pero sigamos. Existen un par de
principios, uno en la OMS y otro en la UE que deberían de haberse puesto en marcha en el
caso que hoy nos ocupa, Alara y Cautela. La OMS recomienda para casos de
"contaminación", donde la ciencia se pronuncia dubitativa, el principio Alara
("as low as reasonably achievable") que indica que el "contaminante",
estará presente a una concentración "tan baja como razonablemente sea
posible"; y la UE, en el mismo término, emite el "principio de cautela o
precaución". A pesar de lo "llovido" científicamente hablando y en este
artículo solo tienen un botón de muestra, España decide colocar como límite de
emisión, basándose exclusivamente en los efectos térmicos, los 450 µW/cm2 para GSM.
CIUDADES
"RADIO-SALUDABLES"
¡Usted esta contra el progreso!. Podrían acusarme. Nada mas lejos de la realidad, soy usuario de móvil y preocupado por la proliferación de este invento entre los más jóvenes, biológicamente más radio sensibles.
Fíjense, ya existen numerosos ciudades
como Toronto o Salzburgo, o países como Nueva Zelanda, Suiza o Italia que solo toleran 10
µW/cm2 como límite de radiación electromagnética (algunos 0,02). En Bélgica hablan ya
de que nadie habite a menos de 54 metros de una estación base de 900 MHz o a 64 metros si
es de 1800 MHz; incluso el famoso informe Stewart (Inglaterra, mayo de 2000) indica en sus
conclusiones que los efectos no térmicos de la telefonía móvil pueden ser perjudiciales
para la salud. Otros informes en España indican también como límite de radiación los
10 µW/cm2 (45 veces menos de los que propone el gobierno) y 0,1 µW/cm2 como estándar de
calidad de vida (para entendernos, radiación máxima en los dormitorios que evitaría,
entre otros, los efectos sobre la glándula pineal y las alteraciones del sueño).
Además, estos países que denominaremos
"radio-avanzados" en materia de seguridad para la salud de sus habitantes, no
tienen ningún problema en la calidad de sus comunicaciones por telefonía móvil, a pesar
de no sobrepasar los 10 µW/cm2. ¿Por qué no copiamos de este modelo?. Los ya famosos
450 µW/cm2 fueron rechazados por el Parlamento Europeo... y por Italia, Austria, Suiza,
Luxemburgo, Suecia, Rusia, China, República Checa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda...
Los ciudadanos europeos debemos de pedir que se aplique los artículos de la CE, 43
(protección de la salud), 45.1 (medio ambiente adecuado) y 51.2 (deber de información al
público), para que conozcamos lo que pasa y podamos decidir si queremos una estación
base de telefonía en nuestras casas.
Por el momento, el Ministerio de Ciencia y
Tecnología, poco dado a invertir en ciencia, como es bien sabido, aplica el principio de
precaución para el problema de las "vacas locas" (todavía ningún afectado en
nuestro país, o quizás uno) y no para el problema de las "antenas locas",
también llamadas "diabólicas" (con miles de afectados). ¿Por qué?. Además,
y para más "inri", nos tenemos que enterar por periódicos como éste de que la
mayoría de las instalaciones de telefonía móvil sobre nuestras cabezas carece de
licencia de instalación. ¡Esto es increíble!.
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