Lecciones
del Cabanyal
FERNANDO FLORES -
Profesor de
Derecho Constitucional de la Universitat de València
No sé cómo acabará, pero creo que el del Cabanyal es un caso que a
estas alturas sirve ya para explicar el maltrecho estado de salud política,
social y económica de un pueblo, el valenciano, y de una época, la
actual, bajo (preposición no inocente) la acción de un gobierno, el del
Partido Popular. Entre las muchas lecciones que a partir de este conflicto
pueden aprenderse, merecen especial consideración las relativas al
funcionamiento de las instituciones. Yo hago un resumen, y ustedes las van
pensando.
Lección 1. El Ejecutivo. Según los manuales al uso, el Gobierno dirige
la política del territorio que administra, y debe hacerlo con arreglo a
las leyes y atendiendo al interés general. Entre nosotros, el gobierno
municipal ha planteado la prolongación de Blasco Ibáñez como un tema
personal de la alcaldesa, manipulando los procedimientos administrativos,
explicando su pretendida necesidad en ideas que indignan y ruborizan, y
castigando al Cabanyal a una desatención que lo degrada día a día. El
gobierno autonómico, por su parte, ha entendido el problema en clave
interna de partido, y a la vista del poder de la alcaldesa en él, la
Conselleria de Cultura ha renunciado a proteger el patrimonio histórico,
mirando hacia otro lado. Como colofón, ambas instancias han reprimido a
los funcionarios que de forma responsable informaron negativamente su
Plan, por considerarlo ilegal, y han ascendido a los que sumisamente lo
han apoyado.
Lección 2. El Legislativo. Su misión es hacer leyes y controlar al
Ejecutivo. Sin embargo, en nuestro caso las Cortes Valencianas han sido
controladas por el Consell, que impidió a través del Grupo Parlamentario
Popular que la Síndic de Greuges compareciera en las Cortes para exponer
su Memoria, como todos los años. Y ello en represalia por la Resolución
que requería a Cultura la revisión de su Informe favorable al Plan del
Cabanyal, y por temor a que relatara las graves irregularidades en él
contenidas. Por lo demás, la guinda ha venido de la mano de la reciente
reforma de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano, que adecua la norma
al afán expoliador del Partido Popular (el único que la ha apoyado), y
de paso da entrada en nuestro territorio a acciones expoliadoras
claramente inconstitucionales.
Lección 3. Otros organismos de control. La tibieza, corrección política,
ambigüedad, cuando no dejación de funciones, del Consejo Valenciano de
Cultura y del Consejo Jurídico Consultivo, han revelado la actitud de
unas personas que figuran en unas instituciones más pendientes de
mantener y mejorar su estatus personal que cumplir con un trabajo
-fiscalizar la actuación de los poderes públicos en su ámbito de
competencia- por el que se les paga francamente bien. Mención aparte
merecen el Defensor del Pueblo y el Síndic de Greuges: el primero ni
siquiera respondió a las quejas de los vecinos, y no porque no las había
estudiado; el segundo, cuando finalmente se decidió a actuar, fue
verbalmente agredido por la alcaldesa y el portavoz del Grupo
Parlamentario Popular, y castigado al silencio por las Cortes.
Lección 4. El Poder Judicial. La cosa se pone seria cuando hablamos de la
institución independiente, la garantía de los derechos de las personas,
la autoridad que ha de resolver los conflictos entre Administración, que
es la poderosa, y administrados, que son la parte débil. La reciente
sentencia del Tribunal Superior de Justicia avalando la legalidad del Plan
de prolongación de Blasco Ibáñez ha recibido ocho votos en contra por
once a favor, ocho votos de ocho magistrados que no quieren firmar una
resolución que protege los intereses urbanísticos y asume la destrucción
del patrimonio, y cuyos argumentos jurídicos sonrojan a un estudiante de
Derecho.
Lección 5 (y penúltima). El Poder mediático. Los medios públicos
valencianos, y los privados, son la correa de comunicación de las
instituciones hacia los ciudadanos, a quienes tienen la obligación de
informar verazmente, es decir con escrúpulos y diligencia. También deben
ser correa de comunicación entre los propios ciudadanos. Qué decir
cuando se ha dicho y se puede decir tanto sobre el ejercicio de sumisión
de los medios. Un ejemplo y basta: cuando transcurría el decimocuarto día
de huelga de hambre de tres vecinos del Cabanyal que pedían diálogo con
el gobierno municipal sobre el futuro del barrio marítimo, Canal Nou
emitió el caso de dos diputados salvadoreños que llevaban tres día de
huelga de hambre -en San Salvador- en legítima reivindicación por un
asunto interno. Canal Nou nunca dijo nada sobre los veintitrés días de
huelga de los ciudadanos valencianos.
En fin, yo no sé cómo acabará esto, pero si sé que hay algunas
lecciones que ya sabemos, y que podemos memorizar; sé que al conflicto
del Cabanyal le queda mucho camino, pues entre otras medidas queda el
recurso al Tribunal Supremo. Y sé que a la vista del deterioro
institucional, la clave está en la participación social, en los
movimientos ciudadanos que sumando dignidad y cabreo le plantan cara a la
arbitrariedad de los poderes públicos. Esa es la lección que todavía se
está escribiendo.
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