El PARANY
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Un artículo de J. A. Peris aparecido en Levante-EMV de 28-9-2002 que reproducimos por su interés
La
legalización del «parany» o de cómo legalizar el absurdo. José A. Peris (Presidente
de la Societat Valenciana d´Ornitologia) La
reciente denuncia de la Comisión Europea contra España -y la cercanísima
sentencia del TSJ- por permitir la captura de aves con métodos no
selectivos demuestra que el intento de la Conselleria de Medi Ambient de
dotar de cobertura legal, mediante el decreto de 2000, a la caza de
zorzales con parany está basado en un puro acto de voluntad política
desligado de cualquier fundamento técnico o científico. Los informes técnicos
que acompañaban al decreto de 2000- emitidos desde el Servicio de
Protección de Especies (!!!) y desde el Servicio de Caza y Pesca y
firmados, respectivamente, por los responsables de estos servicios, don
Emilio Laguna y don Juan Manuel Theraux -pretendían justificar la
legalización del parany con arreglo a los consabidos argumentos de «tradicionalidad»
y daños a cultivos o a esa pretendida selectividad que la nueva normativa
había insuflado, de forma milagrosa, por insustancial y nunca probada, a
la captura de aves con parany. Lejos
de tal objetivo, dichos informes constituyen una muestra (amplia y
variada) de la más absoluta tendenciosidad o incompetencia profesional
que nos ha sido dado examinar en materia de informes técnicos (y pensábamos
estar curados de espantos). Seleccionamos algunas perlas. Según
dichos informes, la población hibernante de zorzal común en la Comunidad
Valenciana es de 15 millones (y podría triplicarse y hasta cuadruplicarse
esta cifra). Esta cifra se obtiene, según el señor Laguna, a partir de
la mayoría de autores (a los cuales no cito) y estimas tradicionales, que
deben de ser algo así como los cuentos de maricastaña. Nuestros propios
cálculos, basados en bibliografía actual y explícita, indican entre 3 y
5 millones de aves. Idéntico resultado al obtenido en un informe
encargado por la CMA al Departamento de Protección Animal de la
Universidad de Lérida. Curiosamente, este resultado no es mencionado por
el señor Laguna en su informe. Tanto
tordo en vuelo, como dice el señor Laguna que hay, casi una plaga bíblica,
necesariamente ha de hacer mucho daño. Y ahí está él, lápiz en mano,
para probarlo. Para empezar a hablar, 20 millones de tordos. ¿Cuantas
olivas se come un tordo al día? Tantas. ¿Cuántas (no se lo pierdan)
derriba o picotea cuando come? Tantas. Tanto por uno, San Bruno: cada año
los tordos provocan 2.000 millones de pesetas de pérdidas. Si el asunto
no fuera tan serio, es como para partirse la caja de risa. Uno no sabe qué
admirar más, si la ingenuidad, la tendenciosidad, o la omnisciencia del
señor Laguna. Nosotros obtenemos -reiteramos,
de la manera más racional que los datos permiten- entre 100 y 300
millones de pesetas de pérdidas, o lo que es lo mismo, los zorzales
consumen entre 0,016 y 0,042% de la producción de aceituna. Muy poca cosa
frente al valor ambiental que suponen estas poblaciones de aves. En
fin, todos los informes técnicos discurren por caminos similares.
Pasaremos por alto las tan extrañas como ineficaces pruebas para hacer el
parany selectivo, auspiciadas por «doctores» que no lo son, al menos en
Biología, o la contabilidad creativa del señor Theuraux para negar la
evidencia, obtenida por ellos mismos, de que el parany afecta, como mínimo,
a casi un 20% de los zorzales, una cifra inasumible, y que captura a no
menos de 100.568 aves de especies protegidas (para que luego aleguen que
el método no es masivo y selectivo), o la continua invocación a un
fantasmagórico «Institut Mediterranéen du Patrimoine Cynegetique et
Faunistique» y su no menos oscuro oficiante el dr. Jean Claude Ricci,
conocidos todos ellos en su casa a la hora de comer, pero ausentes de las
páginas de publicaciones científicas de, no seamos tan exigentes,
mediano prestigioÉ No
podemos, sin embargo, finalizar sin mencionar la justificación
sociocultural, que también la hay, del parany. El señor Laguna vaticina
que «la prohibición drástica podría desatar una ola de crispación y
violencia sin precedentes en algunas áreas del territorio valenciano» y
«un altísimo riesgo de destrucción masiva e irreparable de la práctica
totalidad del patrimonio natural valenciano por incendios forestales
provocados». La verdad, incluso nosotros teníamos mejor opinión de los
paranyeros, que, a lo que se ve, dejan chiquita a la camorra, a la mafia
y, ya puestos, al motín de Esquilache, todo junto. Claro que, cuando el
señor Laguna asegura, ya a tumba abierta,que esta prohibición drástica
«sería mejor entendida a un nivel similar al de la vulneración de la
tumba de sus antepasados» uno comienza a inquietarse. Decía usted, sr. Modrego, en declaraciones a este periódico (Levante-EMV, 12 de septiembre): «Creemos que lo hemos hecho bien». Pues sí, lo han hecho bien. Lo que ocurre es que ni usted ni algunos de sus técnicos están, como parecen creer, en un taller de literatura fantástica, o en el Ministerio de Interior redactando normativas de festejos (de los informes se desprende la sensación de que el parany es una fiesta popular) ni tampoco en la Conselleria de Agricultura en la tesitura de crear un cuerpo de espantapájaros del olivar. Asuma, señor Modrego, que es el titular de una Conselleria de Medio Ambiente. Si lo hace, quizá no le parezcan tan bien las cosas. O no debería. |
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