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Contaminación electromagnética y salud

 Manuel Portolés

(Doctor en Biología y coordinador del suplemento "Ciencia e Investigación" de Levante-El Mercantil Valenciano)

La contaminación asociada al medio ambiente y a nuestra salud no para de crecer. Uno de los subproductos que genera el gran desarrollo tecnológico que vivimos, sobre todo en las grandes ciudades (electricidad y comunicaciones), es la contaminación electromagnética o electropolución. Los aparatos eléctricos y electrónicos, que emiten radiaciones invisibles al ojo humano, nos rodean, desde electrodomésticos e instalaciones eléctricas caseras e industriales, a emisiones de radio y TV, torres de alta y media tensión e incluso las estaciones base de telefonía móvil, pueden afectar negativamente a nuestra salud.

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Estas radiaciones electromagnéticas se dividen en dos grandes grupos, según su nivel de energía, las ionizantes (como los rayos X o las emisiones radiactivas, que ya sabemos que son peligrosas), y las no ionizantes, producidas por la corriente eléctrica y las transmisiones de radio, TV y telefonía móvil, denominadas también microondas. Hasta hace algunos años y es un concepto clásico, de estas radiaciones se decía que eran inocuas ya que sólo producían pequeños efectos térmicos, o lo que es lo mismo, calentamiento celular, pero recientemente la literatura científica esta produciendo numerosos resultados que dejan claro, sin lugar a dudas, la existencia de efectos no términos, y por ello tenemos que considerarlas como posiblemente peligrosas. De estas radiaciones, son más negativas para el ser humano las que emiten los tendidos de alta tensión y sus transformadores y las que se emiten desde las estaciones base para la telefonía móvil.

La sociedad civil esta alarmada por la cada vez más frecuente presencia de instalaciones de telefonía móvil, sobre todo en las azoteas de los edificios y comienzan a encontrase individuos que ven alterada su salud desde la presencia de estas instalaciones cercanas a su vivienda, hemos pasado, pues, del calentamiento celular al calentamiento social, un buen "antibiótico" político.

Si lo que corre por nuestro sistema nervioso son corrientes eléctricas, necesarias para desarrollar todas nuestras funciones, comprenderán que es posible que ciertas personas, que denominaremos "electrosensibles", puedan tener alterada su salud por la presencia en su cercanía de microondas de cierta intensidad. Se acuña por tanto en la literatura el término de "síndrome de las radiofrecuencias", caracterizado por cambios en la actividad eléctrica del cerebro y en la presión sanguínea, alteraciones del sueño, jaquecas, depresiones, cansancio, fatiga crónica, pérdidas de memoria, afectación del sistema inmunológico e incluso propensión al suicidio; otras investigaciones añaden a este tipo de radiaciones, la inducción de abortos, daños en el ADN, promoción de cáncer y tumores cerebrales y leucemia infantil. Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU) publicaron en 2000, en la revista "Occupational & Environmental Medicine", un estudio que demuestra que la tendencia al suicidio era el doble entre los trabajadores expuestos a las radiaciones electromagnéticas, que entre los no expuestos; encontraron también que el mayor riesgo lo tenían aquellos que estaban sometidos a mayores niveles de exposición, sobre todo el año previo al fatal desenlace.

No voy a ocultar que investigar la asociación de las microondas con diferentes patologías humanas, a través en muchas ocasiones de informaciones científicas obtenidas sobre cuidados animales de laboratorio o en cultivos de células, es complicado, pero el camino ha comenzado, ya sabemos algunas cosas. No esperemos a saberlo todo de los efectos sobre la salud de las microondas para poner entre comillas a este tipo de tecnología, la telefonía móvil, que no ha hecho más que comenzar a habitar entre nosotros.

En los próximos meses aterrizarán nuevos sistemas de transmisión de datos, sonido, vídeo e Internet en los teléfonos móviles basados en tecnologías GPRS o UMTS que necesitarán de las instalaciones ya establecidas (quizás con mayor frecuencia) o de otras nuevas a instalar, protejamos nuestro cerebro, ya calentado por otros problemas, y pongamos a regular con rigor los niveles que la ciencia estima en estos momentos como inocuos para nuestra salud. Tenemos la obligación con nuestros semejantes de hacerlo, política de precaución, esperar la resolución de la UE para el 2006 sobre si las microondas son malas o buenas sería muy peligroso. Mientras tanto, algunas compañías de seguros excluyen ya de sus contratos los riesgos derivados de las radiaciones electromagnéticas, las inmobiliarias empiezan a hablar de la depreciación de las viviendas que albergan instalaciones base de telefonía móvil, y algunas compañías que venden móviles en los EE.UU. advierten a los adolescentes, consumidores compulsivos, de los riesgos que pueden suponer el abuso del teléfono móvil. ¿Ocurrirá con la telefonía móvil lo mismo que con el tabaco?.

Dr. Manuel PORTOLÉS

portoles@inicia.es

FUENTE: Un artículo que publicamos con autorización del autor, aparecido con anterioridad en Levante-EL MERCANTIL VALENCIANO el sábado 3 de febrero de 2001.

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